jueves, 2 de abril de 2009

WALTER DE MARIA

DEL LAND ART AL MINIMALISMO

Concluimos hoy este segundo trimestre del curso y durante una semana ENSEÑ-ARTE estará cerrado por vacaciones. En realidad son unas vacaciones exclusivamente docentes, porque estos días resultan por el contrario muy propicios para tomar más contacto aún con el arte y los artistas. En esta ocasión, regresamos a Nueva York. Por ello despedimos el trimestre con una breve referencia al escultor californiano Walter de María (1935), quien desde su instalación en Nueva York a comienzos de los años sesenta del pasado siglo ha venido realizando una obra que podemos considerar cercana, de una parte, a los presupuestos del land art y, de otra, a los del minimalismo y el arte conceptual. Todo ello sin que olvidemos su interés por la expresión musical, que le llevó a tocar la batería durante algún tiempo en grupos de rock.

Walter de Maria "Campo de relámpagos" (1977). Nuevo México.

Entre las obras más destacadas de Walter de María dentro del land art nos encontramos con el "campo de relámpagos" del desierto de Nuevo México, consistente en 400 postes de acero inoxidable, de unos seis metros de altura, clavados en el suelo. En medio de la nada, durante las grandes y frecuentes tormentas eléctricas de aquel desierto esos postes atraen a los rayos como si de un poderoso imán se tratase. El propio artista recomienda visitas de amplia extensión temporal a esta obra, para que el espectador pueda conocer a fondo las transformaciones que la naturaleza experimenta. Debe haber quien siga sus consejos, porque se ha generado en los alrededores una cierta industria turística.

Por otra parte, en el Soho de Nueva York pueden visitarse otras dos interesantes obra de Walter de Maria. Por una lado, podemos asombrarnos con la "Earth Room", una amplia sala en la que el escultor introdujo 127.000 kilos de tierra oscura, hasta alcanzar una altura de algo más de medio metro. Nada más hay allí. Y nada menos: en la metrópolis por antonomasia del planeta una amplia concentración de tierra con cierto olor a humedad nos recuerda sin palabra alguna de donde venimos y nos transmite cierta sensación de vacío.

Walter de María. Superior: "Earth Room". (1977). Inferior: "Broken kilometer" (1979). Ambas en Nueva York.

No muy lejos, en otra sala semejante, nos hallaremos ante el no menos sorprendente "kilómetro roto", formado por un total de 500 barras de latón pulido. Cada una de ellas mide exactamente dos metros de largo, de forma que si estuviesen colocadas en fila sumarían ese kilómetro al que hace referencia la denominación de esta instalación. Las barras están dispuestas sobre el suelo, siguiendo un determinado ritmo que incrementa progresivamente la distancia entre dos de ellas conforme se avanza por la sala, jugando con la perspectiva.

Es interesante esta relación entre los materiales metálicos que frecuentemente emplea el artista norteamericano, la importancia que atribuye a los elementos naturales (ya sea recurriendo a la propia naturaleza como soporte y agente simultáneo de sus creaciones o como material de las mismas) y cómo, con todo ello, quiere transmitirnos una sensación de energía y fuerza.
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Hay quienes consideran a Walter de María un artista cercano, en su simplicidad de recursos, a lo puramente filosófico. Sus obras invitan a la contemplación silenciosa. A mi personalmente me resultan sumamente atractivas. A eso va uno a Nueva York, entre otras cosas. A tratar de seguir los caminos del arte contemporáneo. Aunque no todo sea arte, desde luego. Sin embargo, el arte es la vida misma, la naturaleza, tal cual este escultor parece querer mostrarnos en esa "sala de la tierra". Buenas vacaciones a quienes puedan disfrutar de ellas estos días.

Si alguna vez vais a Nuevo México, aquí tenéis la información básica (en inglés) para visitar el "campo de relámpagos". En la página de la Tate Gallery podemos leer acerca de los "treinta años de eternidad" con los que se alude a ese kilómetro roto de este singular artista.

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